miércoles, 16 de septiembre de 2009


Siempre he querido escribir, aunque eso no quiere decir que quisiera dedicarme a ello de manera profesional. De hecho, durante muchos años escribí sólo como hobby, hasta que mi marido me sugirió que enviara una de mis historias a una editorial, así que un día metimos varios nombres de editoriales en un sombrero y sacamos uno al azar. Como se suele decir, el resto ya es historia. Y ahora, 140 libros después, estoy anonadada con todo lo que ha ocurrido.
Llevo toda la vida escribiendo y mis historias han ido cambiando desde las aventuras de niños que escribía durante la infancia, hasta las pasiones desgarradas de la adolescencia, que mi madre solía recoger de mi habitación cuando ésta estaba muy desordenada y después tiraba a la basura. El problema era que yo tenía la manía de no terminar los relatos,
Caroline, el primer libro que me publicaron, fue también la primera historia que completé. Entonces llevaba muy poco tiempo casada y mi hija era todavía un bebé, así que me resultaba muy difícil hacerme cargo de la casa y escribir las ideas que tenía en cuanto disponía de un rato libre. Ya ves que no era muy profesional, pero así fue como sucedió.
Ahora tengo dos hijos ya adultos, un chico y una chica y dos nietos maravillosos, Abigail y Ben, que tienen seis y cuatro años respectivamente.

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